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Carla Andrea Zapata Zapata


Nacida en Santiago de Chile en 1963

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Proviene de una familia de escritores. Escribe desde muy joven. Miembro durante varios años del Taller Literario “ Ocoa”, de la Universidad de Santiago de Chile, dirigido por la escritora Amalia Rendic García , fue publicada en una Antología de dicha Casa de Estudios el año 1985. También, incursionó en el mundo del Teatro, como integrante del Taller de Teatro de la USACH, dirigido por la actriz Brana Batmann.

Integró también, el Taller Literario de la Escritora Ana María Güiraldes, en el Barrio Bellavista y participó en la Unión de Escritores Americanos.

Actualmente, está dedicada al ejercicio libre de la profesión de Abogado y es Docente en la Pontificia Universidad Católica de Chile . Es integrante del Taller Literario Gredazul, que sesiona en la Sociedad de Escritores de Chile.

El año 1994, fue galardonada con el primer lugar, género cuento , en el Festival de todas las Artes “ Victor Jara “.

En el año 2014, es distinguida entre las cien mejores propuestas en el Concurso Literario “ Los pueblos originarios en ciento40 caracteres “. Ciento40.cl. Pueblos originarios. A.D.N. de Chile , Temuco, Chile.

Durante el año 2016, recibe el Segundo Premio II Certamen de Poesía “ Valores Humanos”, Letras como Espada , Toledo, España.

Entre sus publicaciones figuran: “ Voces Mezcladas “. Unión de Escritores Americanos. Ediciones Logos. 1988. Santiago de Chile.
“ Vuelos Transitorios “. Carla Andrea Zapata ( Poesías). Editorial Amanuense Chile. 2015. Santiago de Chile.
“ Selección de Poesía y Narrativa Gredazul “. 33 años ( 1982-2015). Editorial Popular Arttegrama. 2015. Santiago de Chile.

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Obra del autor



OJO


El ojo mira el universo
diminuto, o tal vez, insondable
dentro de su cáscara delgada.
Flamígero, brillante, dormido sobre el agua
en el caliz remoto de su origen.
Siempre observa desde el asombro,
la duda o la certeza, la verdad
en la apariencia, la búsqueda permanente
en una sed de continua finitud.
El ojo abre el párpado, lo besa,
consumiendo la belleza, tocando
con su poesía , el sentido, las palabras.
El universo nace en una flor, un fruto,

un atardecer que desaparece,
la muerte, la resurrección…
¿ y qué hay más allá, en el silencio
cuando el ojo emigra para habitar lo invisible?



IN MEMORIAM
( A la memoria de Diego Guzmán Farías y Ezequiel Borbarán)


Parece que la vida
sólo fuera una brisa ligera
arrastrando nuestros cuerpos al vacio,
escondiendo lo profundo e inasible de un instante
y todo agonizara lentamente ,
sin abrir los ojos, desangrándose
con los labios abiertos pidiendo justicia…

Y sólo quedara una estrella en silencio
sin tiempo, herida ,
apagándose en la memoria
tendida de espaldas sobre los sueños de un joven
consumiendo toda la belleza
que brota dulcemente de la muerte…
Entonces, parece que llegara la despedida,
las ráfagas del viento, las pérdidas, los diluvios
y hubiese un momento, para pensar o llorar
sobre el perfume que dejan las flores
para hablar o callar en la tibieza de la tierra húmeda
y tal vez, se pudiera amar un poco más la vida,
observarla desde el odio ,
sentirla cada vez más pequeña , frágil, dormida
partiendo sin sentido en brazos del dolor.



IGUALA
“ A las víctimas del 26 y 27 de Septiembre de 2014, en Iguala, México”.


Donde serena la noche
se abre brillante al sol
el fruto sabroso del tamarindo...
Iguala, permanece en la memoria
de nueve montañas rodeando el valle
que habitaron los olmecas
dejando en México la impronta
emancipada de su historia.
Iguala, ciudad Tamarindera
tiene los ojos cerrados, está de duelo,
sus estudiantes han partido
en el mes de Septiembre
bajo una ráfaga de balas y silencio.
Sus padres claman justicia arrodillados
junto a una fosa sucia de huesos clandestinos.
Pueblo viejo está de pie
en un paraje de sombras e impunidad
son ocho tumbas sin nombre
que nadie busca dónde serena la noche.
La ciudad está de luto, con los ojos cerrados
sus cadáveres duermen incinerados
el día de visita de las tumbas
y los miembros triturados en bolsas de plástico
flotan como bellos tamarindos
en el agua obscura del Río San Juan.



PATIO 29


Esta tarde he llegado
al patio 29,
con una rosa entre los dedos
para observar cómo transcurre
la vida y se disuelve la muerte
en un montón de pequeñas hojas secas
y el silencio se ha prolongado,
en un olvido que no llega.
Un pájaro sin voz cruza el tiempo
y la calle Los Maitenes llora
el destino secreto de tus huesos.
Tu risa se ha perdido
en algún lugar de la memoria,

sin cráneo, sin cuencas en los ojos,
sin pies para correr en libertad.
Sobre la acera, permanecen
rotas las osamentas ...
Todo es silencio prolongado ...
No hay adiós ... las mariposas duermen.
El miedo ha quedado cautivo
en el Patio 29.
Desaparece el espacio que habito
en el follaje oscuro de los árboles;
he perdido el asombro, el deseo,
la esperanza de verte,
de encontrar una fosa vacía con tu nombre.



JUNTO A LA PARRA

Aquel Domingo, el cielo estaba limpio de nubes y el sol secaba el aire sobre los tejados. Nadie sabía quiénes eran. Bajaban trastos y muebles de una destartalada citroneta amarilla. La niña , de aproximadamente, ocho años de edad, sostenía un gato mestizo entre los brazos, todavía manchados por el goteo incesante de la orina del animal durante el trayecto .

La mujer más joven, que al parecer era su madre, la tomó de los hombros y la empujó hasta la casa. La niña movió la cabeza y apretó el gato bajo su chaleca. No entendía bien la situación, ni tampoco podía preguntar.

El hombre que las acompañaba, era la única persona en quién podían confiar. Después, de instalarlas en la pieza más grande de la casa, le dijo a su madre: “ aquí estarán seguras. María es como mi hermana. Si necesitan algo, usted sabe dónde encontrarme “.

La pieza era pequeña, apenas cabían dos camas y un velador. Su mamá extendió la alfombra persa sobre las grietas del piso de cemento, para darle un poco de alegría al lugar. La niña hundió sus ojos en el corazón de la pared y recordó la casa, que había quedado enterrada bajo el toque de queda. Cómo le habría gustado detener la historia, cerrar los párpados y correr por ese largo pasillo, donde jugaba con su gato. Abrir las ventanas y esconderse en los rincones con los vestidos de su madre, jugar a las visitas, jugar, tan sólo para detener el tiempo, para ser libre y feliz. Pero, no se podía, la mamá y la abuela se lo habían dicho, tampoco podía comentarlo en el colegio. Había que guardar silencio porque era peligroso, porque el papá estaba lejos y nadie debía saberlo.

Cuando la mamá vendió el televisor, supo que algo pasaría. “ Tengo que reunirme con tu padre, desde Santiago, les mandaremos ropa y comida. Él me necesita”- explicó- mientras, preparaba el viaje.

Cuando ella se fue no lloró, porque ya tenía edad suficiente para comprender ciertas cosas. Sólo corrió hasta el fondo del patio y abrazó el gato que se encontraba junto al gallinero, escondido entre las malezas.

Desde entonces, las noches se le hicieron muy largas, y a veces, cuando su abuela no estaba cerca, lloraba, para espantar su soledad.

Como no tenía amigas, permaneció encerrada durante meses en la pieza, interrumpiendo su exilio sólo para las comidas y los viajes al colegio. Entonces, adquirió la costumbre de imaginar que podía volar al encaramarse sobre las camas y el velador. Ella sentía, que sus pies eran ligeros y llevaban su cuerpo más allá de la casa, en distintas direcciones, como las gaviotas cuando sobrevolaban la playa. Nadie en la casa advertía sus ojos brillantes, sus juegos secretos de pájaro solitario.

El gato miraba durante horas, desde el umbral de la pieza - parecía comprender - . Sin embargo, estos encuentros perdieron su frecuencia por causa del perro de la casa, que perseguía al pobre animal, hasta que desaparecía entre las malezas del patio. El gato fue perdiendo peso y terminó por mirarla desde el tejado, oculto entre unas parras. Desde ese lugar, la acompañaba, solidarizando con sus juegos y abriendo los ojos como un pez que va a morir, arrastrado por el río. La niña, también lo miraba, esperando que algún suceso los uniera para siempre, que los días pasaran breves e invisibles como el olvido.

Era Lunes, del mes de Febrero, cuando llegó la carta y ella abandonó la pieza. La radio había anunciado el último bando, declarando la eliminación del toque de queda. Dando grandes brincos, se dirigió al gallinero, deteniéndose en el lugar donde nacía la parra. Allí, ya no había nadie que escuchara sus noticias.



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