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La numeración romana se basa en el empleo de siete letras del alfabeto latino, a las que corresponde un valor numérico fijo. Estas letras son las siguientes:
I (= 1), V (= 5), X (= 10), L (= 50), C (= 100), D (= 500), M (= 1000).
Para escribir correctamente un número utilizando este sistema, es necesario tener en cuenta las siguientes reglas:
1) En textos antiguos se usaban a veces letras minúsculas para representar los números romanos, sin embargo, en la actualidad deben utilizarse solo letras con forma mayúscula. Cuando los números romanos se refieran a sustantivos escritos en minúscula, se recomienda escribirlos en versalitas (letras de figura mayúscula y del mismo tamaño que las minúsculas), mientras los escribiremos en versales (letras mayúsculas de tamaño superior al de las minúsculas), cuando vayan solos o se refieran a sustantivos escritos con inicial mayúscula. Así se escribirá siglo v, páginas xxv-xxxv, Fernando VII o II Certamen Literario.
2) Cuando los números romanos se usan con valor ordinal, no deben acompañarse de letras voladas (tomo v o II Guerra Mundial).
3) Aunque en la Antigüedad podían repetirse hasta cuatro veces consecutivas las letras I y X, actualmente no debe repetirse más de tres veces consecutivas una misma letra (el número 333 se escribe en romanos CCCXXXIII, pero 444 se escribe CDXLIV).
4) Nunca se repetirá dos veces una letra si existe otra que por sí sola representa ese valor (es incorrecto VV para representar el número 10, porque ese valor lo representa la letra X).
5) Cuando una letra va seguida de otra de valor igual o inferior, se suman sus valores (VI= 6, XV=15, XXVII=27).
6) Cuando una letra va seguida de otra de valor superior, se le resta a la segunda el valor de la primera (IV=4, IX=9, XL=40, XC=90, CD=400, CM=900).
7) El valor de los números romanos queda multiplicado por mil tantas veces como rayas horizontales se tracen encima.
En la actualidad, solo se usan los números romanos, casi siempre con valor ordinal, en los casos siguientes:
1) En monumentos o lápidas conmemorativas, para indicar los años, aunque esta costumbre está cayendo en desuso y actualmente es más normal usar la numeración arábiga.
2) Para indicar los siglos (siglo xv). Se escriben siempre pospuestos al nombre y no deben usarse, en este caso, números arábigos.
3) Para indicar las dinastías en ciertas culturas (la x dinastía). Se escriben normalmente antepuestos al nombre y pueden sustituirse por la abreviatura del numeral ordinal correspondiente (la 13.ª dinastía).
4) En las series de papas, emperadores y reyes de igual nombre (Juan XXIII, Felipe V). Se escriben siempre pospuestos al nombre.
5) En la numeración de volúmenes, tomos, partes, libros, capítulos o cualquier otra división de una obra, así como en la numeración de actos, cuadros o escenas en las piezas teatrales (tomo xv, libro x, capítulo xxv, escena v). Se escriben pospuestos al nombre. Pueden sustituirse por las abreviaturas, antepuestas o pospuestas, de los numerales ordinales correspondientes (tomo 8. º u 8.º tomo, capítulo 6.º o 6.º capítulo); e incluso por números cardinales, aunque en ese caso el número solo puede ir pospuesto al nombre (tomo 8, volumen 3, capítulo 7).
6) En la denominación de congresos, campeonatos, certámenes, festivales, etc. (II Congreso Internacional de la Lengua Española, XXXIII Feria del Mueble). Se escriben antepuestos al nombre y si el número resulta excesivamente complejo, se prefiere, en su lugar, el uso de las abreviaturas de los numerales correspondientes (78.o Campeonato Mundial de Ajedrez).
7) Para numerar las páginas de secciones preliminares de una obra (prólogo, introducción, etc.), con el fin de distinguirlas de las del cuerpo central (El autor cita a Cervantes en la página xv del prólogo). Se escriben pospuestos al nombre.
8) Para representar el mes en la expresión abreviada de las fechas. En documentos antiguos era frecuente escribir con números romanos, a veces en minúscula, la indicación de día y año (Este documento fue firmado domingo, a xxv días de setiembre, anno Domini mccxlv). Hoy solo es normal escribir los años con números romanos en los monumentos o placas conmemorativas, y siempre en mayúsculas.
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