Escribir es introducirse dentro de uno mismo, agudizar los sentidos y dar paso a los "sentidos internos". Así, entrando en el propio cuerpo, conectamos con otros planos de nuestro ser y percibimos información a la que de otra forma no tendríamos acceso. Es posible en este estado entrar en la atemporalidad y este estado intemporal, eterno e infinito puede preceder a la iluminación y al éxtasis. De esta manera, desde lo más profundo de nuestro ser surge el arte y cualquier forma de arte que pueda surgir del interior de un ser humano es sagrada y única.
En el arte literario el fin último es conseguir que el alma se exprese mediante el lenguaje verbal, ser capaz de unir lo más profundo y sutil con la palabra, dominar la experiencia interior y ser capaz de transmitirla, dar a lo posible existencia verdadera, dar soberanía a la vida en todos sus ámbitos y niveles, y recuperar la vivencia como motor expresivo.
Una de las artistas del siglo XX que mejor ha sabido transmitir la fuerza que todos llevamos dentro nos dijo lo siguiente:
"Habita en tu interior una energía que se traduce en acción. Como solo va a vivir una persona como tú en toda la eternidad, la expresión de esta fuerza vital es única; y si la bloqueas, no existirá jamás en forma alguna y se perderá. El mundo se quedará sin ella. No te concierne a ti juzgar si es buena, valiosa o comparable a otras. Tu única tarea es conservarla limpia y tuya, y dejar el cauce abierto".
Martha Graham
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