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El concepto de texto literario es algo difícil de explicar debido principalmente a su ausencia de límites y a los cambios constantes a los que ha sido sometido a lo largo de la Historia.
A pesar de la dificultad de su definición, la literatura cuenta con tres elementos básicos, que en su interrelación nos dan las pistas de lo que realmente es y que nos pueden ayudar a comprender en términos generales de qué trata el arte de la Literatura. El primero de estos elementos es el objeto literario, la obra, el texto o el enunciado literario. En segundo lugar, el referente que lo define como literario. Y en tercer lugar, los entramados de sujetos, constituidos por quienes escriben y por quienes leen.
Incluso para los escritores, el concepto de literatura es algo que se encuentra en continua evolución. Esto permite que se acepten hoy como obras literarias escritos que en otras épocas no han sido considerados como tales. Se demuestra así el constante cambio al que están sometidos los criterios que definen la literatura.
Existe un lazo estrecho e irrompible entre el hombre y la literatura, un vínculo que trasciende el tiempo y el espacio, permitiendo al lector penetrar en épocas y lugares inaccesibles de otra forma.
Con este hecho de compartir nace la literatura, no en el momento en que se derrama la tinta sobre el papel o se accionan las teclas de la máquina de escribir o el ordenador, tampoco en el momento en que el autor concibe la idea en su imaginación u ordena los hechos en una crónica. La literatura comienza en el momento en que una obra es liberada, en que se comparte y se difunde. En ese momento deja de pertenecerle al autor y le pertenece a cuanto lector se encuentre en su camino.
Cuando el lector hace suya la obra al leerla, ésta deja de ser una idea, una mera anécdota o un sueño para convertirse en verdadera literatura, en arte, en alimento para el pensamiento y el alma.
Esta es la auténtica esencia del texto literario, la forma más rica de transmitir la herencia cultural, de aprender a manejarla, y de manejar, mediante la cultura, los propios impulsos y deseos.
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